Historias porteñas: el Varieté

El Varieté es un género teatral relativamente nuevo, puesto que sólo tiene algo más de un siglo de gestación. Nace aproximadamente hacia fines del 1800. Se le llamaba el “género chico” al que incluía vodeviles, sainetes y revistas. El varieté, era en realidad una revista, donde el espectáculo se centraba en las chicas, bailarinas y cantantes, llamadas tonadilleras o divette. Algunas que provenían del teatro, básicamente de España, otras, según el escritor Osvaldo Sosa Cordero en su libro “Las Varietés de Buenos Aires, de 1900 a 1925" eran locales; chicas que tenían gracia, bonitas, buena voz y vocación para las tablas. Y, en un sentido, era una forma de progresar. 
 
En 1925 había más de veinte teatros porteños, Por nombrar solo dos de ellos, El Casino (calle Corrientes 3366) o el Variedades en la esquina de Lima y Garay. Por su escenario pasaban zarzuelas, ballet, teatro de revistas, marionetas, comedias musicales o danzas españolas. A las chicas era de rigor que las acompañara la madre u otra mujer protectora y administradora. Ellas controlaban el borderó o sea el dinero que cobraban las mujeres y las aconsejaban sobre los galanes que las asediaban, revoloteando alrededor. 
 
 
De España llego una estrella del género, era llamada La Goya; en realidad, Aurorita Jauffret, pero solía vestirse inspirándose en cuadros del famoso pintor y quien debutó en Bs As en 1914. También solían usar el mantón de Manila, puesto en moda por Pastora Imperio. Las cantantes se especializaban en flamenco y tonadillas, aquellas más famosas, tenían su propio grupo de músicos. Algunos muy sobresalientes como el del Maestro Teres, también autor de zarzuelas, como “No te fíes de los hombres” y tantas más. 
 
Las cantantes como La Goya llegaron luego a actuar en teatros importantes como El Colon. Por ejemplo, Lola Membrives que, además de ser una gran actriz, también cantaba. Por aquellos tiempos se hicieron famosos también los Cuplés, con otra grande: Raquel Meller. Una mujer de gran fama fue la bailarina Antonia Merce, porteña, aunque vivió en Madrid, y que adoptó el nombre de La Argentina. Audaz en su trabajo, fue una avanzada al danzar sin música, solo con su ritmo interior.
 
El autor del libro, músico y escritor Osvaldo Sosa Cordero, afirma que la Tonadilla es un género muy difícil, “ya que suele no contar ni con director, ni argumento, es solo casi un monólogo propio de quien lo canta”. La tonadillera apelaba a recursos tan propios como excepcionales, para expresar sensaciones, unidas a la gracia de la danza y las castañuelas. Y obvio de la picardía y a veces doble intención en las letras. La ya nombrada cantante La Goya, trae una revolución, con sus cuplés y aparecen nuevos cultores.
 
Uno de los autores más renombrados fue Ricardo Yust, con canciones como Tápame, El serranillo o Alma Moruna. Los Chotis se pusieron de moda y las canciones de José Padilla llegaron a ser popularísimas en Argentina, como La Violetera, estrenada por Pastora Imperio y El Relicario. La Violetera también se escuchó en la voz de otra destacada artista, Raquel Meller. De la música de El Relicario se vendieron en París 110.000 ejemplares. Ya era del mundo. 
 
Hacia 1916 aproximadamente aparece en Argentina la gran actriz Lola Membrives, quien incorpora a su repertorio de tonadillas y cuplés hispanos, autores argentinos, creando la Tonadilla Criolla. Fueron éxitos, pero además también incursiono en el tango. En su despedida del escenario, en Madrid recito un poema que Manuel Machado creara para ella: el famoso “La Lola se va a los puertos”. 
 
Hubo unos años, hablo de los 50, cuando volvió el cuplé a la Argentina en la voz de Sarita Montiel.  Ya no había tonadilleras, pero Argentina amaba las canciones españolas que esta hermosa mujer nos hacia oír desde el disco, la radio o desde las películas. Otras actrices de aquellos años fueron Nati Mistral y Maria Gondell
 
Mi agradecimiento y cariñoso recuerdo por el autor del libro que nutrió estas palabras, Osvaldo Sosa Cordero, amigo de mi familia. 
 
Referencia: Historia de los Varietés de Buenos Aires 1900/1925 Editorial Corregidor. La fotografías es original del libro, que además tiene dos con dedicatoria al autor, de Nati Mistral y Mari Gondell.