Verduras ecológicas y el misterioso Bosque Oscuro

Hace bastante que no iba al mar, nuestro mar argentino frío y tan hermoso. Miramar cambió, sí y no. Creció como ciudad pero no tanto y sigue teniendo  fragancia de pinos y  esos caminos cercanos para recorrer en bici o a pie.
 
El Vivero Dunícola, el Bosque Oscuro o Energético, el antiguo sector de chacras, el nuevo Parquemar, de elegantes chalets...son puntos inevitables, por la tarde o en los días que el sol deja de brillar.

Es imperdible el paseo por el Vivero Florentino Ameghino, a unas 20 cuadras del centro. 500 ha que fijaron las dunas móviles desde 1927. Pero además dentro del Vivero está el Bosque Oscuro, también llamado Energético por los visitantes que llegan de todas partes.  Es un lugar super oxigenado, umbrío, silencioso, fresco, húmedo e insólito. Donde se experimentan algunas sensaciones particulares y reconfortantes. Cuentan que lo habitan gnomos (algunas personas juran haberlos visto), que las radios no funcionan allí, que los grabadores registran sonidos no audibles en el momento, que  las  fotografías descubren luces que el fotógrafo no había notado, que las personas sensibles se cargan de energía positiva...si non e vero...es atractivo. Y esta allí, es parte del Vivero, en la zona más intrincada del bosque.
 
Pero como no todo es espíritu, nos llegamos a comprar verduras orgánicas de las que mucho nos hablaron. ¡Y que verduras! Allí en la calle  49 entre 28 y 30 y una cuadra de la 26 la Quinta de “Don Enzo”  nos proveyó de verdaderos tomates con gusto a tomate, deliciosos zucchini, acelgas tiernas  al igual que todas las verduras. Pero además cultiva azafrán, que se puede comprar en bolsitas.
 
El cartel de la esquina que señala la Quinta –la única de Miramar certificada ecológica- especifica: “Quinta Don Enzo: Tengo 7 hijos y 4 nietos y no me sobra ninguno. Maneje despacio” El humor de Enzo y Silvia se pintan de cuerpo entero. Al entrar otro cartel explica que “Las grandes cosas tienen inicios pequeños y la cosecha es solo una semilla”… Verduras recién cosechadas (conocimos, confieso, las chauchitas blancas llamadas “manteca” –una delicia-) y el buen humor de los quinteros hacen que ir caminando (aconsejo llevar un changuito) o en bicicleta sea una excursión imperdible.
 
Obviamente luego implica cocinar y comer mucho verde, en tartas, en salteados, acompañando todo. Por ejemplo ensaladas verdes con toques de puerros y unas brochettes de mero, con un buen vino blanco o sidra seca como les gusta mis amigas. O los tomates de Don Enzo, con hierbas,  olivas y un toque de mix de pimientas, por la noche con un buen jamón. Y el soufflè de choclos frescos rallados  con base de zucchinis y berengenas...y un Quara salteño.  Luego, a disfrutar del centro miramarense, que es el punto de reunión.
 
Caminos por andar y compras de pescado fresco en la playa, para cocinar a gusto, paseos por el bosque o simplemente retozar en la playa. En Miramar, ¡las vacaciones están aseguradas!