Los dedos del desierto

El argentino medio no suele ser muy afecto a los frutos secos –que solamente llegan a la mesa en las fiestas findeañeras- tampoco es dado a utilizar las especias y algunos condimentos como la pimienta y menos el chile (ajíes picantes)… Horror me hace mal… dicen y sin embargo derraman en su comida ¡¡¡toneladas de sal!!!. 

Y con los deliciosos frutos secos sucede algo similar, como si no hubiera más que nueces o almendras. A lo sumo se agregan higos o ciruelas pasas o castañas. Hoy queremos destacar los daktylos, milenarios dedos del desierto (según los griegos y romanos) o para los demás mortales: simplemente dátiles. Delicados, dulces, casi transparentes, como si estuvieran rellenos de miel… No es fácil conseguirlos frescos, pero insistan y es bueno saber que los realmente mágicos son los Deglet Noor que provienen de Argelia y Tunez. Justamente su nombre significa donde pasa la luz. Otra variedad apetecible es la Medjool, más grandes e igualmente suaves y dulces. Los frutos secos (que generalmente se ven en las góndolas de los comercios porteños) en India, molidos y mezclados con harina se utilizan para hacer pan. Tambien los ya secos sirven de alimento a camellos, caballos y perros del Sahara.
 
Los dátiles frescos, también son energizantes y solian utilizarse en el medioevo para remediar algunos males como la melancolía o los prosaicos resfríos o también en las noches apasionadas con champagne del mejor. Se recomiendan como alimento nutricional para los deportistas. Cada 100 g. contiene solamente 0,5g de grasa y 270 kilocalorias.
 
Su historia se remonta a mas de 6 mil años y pertenece a lo que llamamos patrimonio cultural de los pueblos donde crecen las Palmeras Dactilyferas, el Golfo Pérsico, y las orillas del Nilo y el Eufrates. Los frutos dieron origen a  bebidas y alimentos, como el fuerte brebaje o licor griego hecho con estos daktylos fermentados, llamado Checar, o un vino dulce con potentes connotaciones afrodisíacas que elaboraba el grande e insoslayable Apicius, el "Conditum Paradoxium". Las palmeras de dátiles crecen en Argelia, Tunez, Marruecos, Egipto, El Sudan, Arabia e India. Si bien se han llevado y se cultivan en California y en otros sitios, los mejores frutos son los del país de origen.
 
Dátiles deliciosos maridan con casi todo. No nos privemos de su dulzor, ciertamente caro (pero valen la pena), en cualquier época del año. No hace falta un bol rebosante, unos cuantos, por ejemplo con cuscus, o bien con un buen café (por favor sin azúcar ni edulcorante). Pero también a la hora del pre, los dátiles son buenos acompañantes del queso, que puede ser de cabra (los maridajes ideales son entre productos de la misma zona) y porque no con un Syrah.
 
¿El consejo? Buscar dátiles frescos. Pueden provenir también de la zona de la Mesopotamia o del Golfo Persico. Evitar los secos y que por lo general han perdido sus mágicos sabores