¿Cuál es el mejor?¿Cuándo un vino es bueno? ¿Es el más caro?... Muchas veces preguntan ¿y para vos cuál es el mejor? Y uno se queda mirando al preguntón… no porque no tengamos un corazoncito... sino porque hay muchos vinos, de muchas bodegas, hay momentos para cada uno de ellos, regiones, hay precios, hay varietales, hay assemblage o en ingles blends, etc y etc… Y también suelen preguntar, habida cuenta que una escribe sobre el tema, por los descriptores. Los otros días leía unas notas de colegas y coincidía en que hay demasiado palabrerío sobre lo que se huele o se siente en la boca. La imaginación al poder… Porque cualquiera que ve un programa de TV, levanta su copa, la mayoría de las veces sin saber para qué y dice lo que escuchó por ahí… Lo más sensato es decir lo que se siente. Tratar de imaginar los sentidos, sin rebuscamientos Y si realmente la idea es aprender, además de hacer un buen curso, hay que practicar, calidades, cepajes, regiones y tratar de encontrar las diferencias o similitudes. Un cabernet por ejemplo, del mismo rango de calidad sabe diferente si nació en el NOA o en Cuyo o en Patagonia… e hilando fino, luego de mucha práctica también encuentra diferencias entre zonas de cada región, como San Rafael, Lujan de Cuyo o Valle de Uco en Mendoza. Argentina tiene mucho vino por suerte para realizar estos ejercicios básicos. Aconsejo comenzar por un cepaje, degustarlo de diferentes bodegas y precios. Luego por regiones. Siempre con una libreta en la mano para anotar las impresiones que causan cada uno de ellos. Mirar el color, sentir el aroma, tomar un sorbo y dejar reposar en la boca… beber pensando. Nuestra boca tiene gusto y tacto. Hay que aprender también a descifrar lo que ella nos cuenta. Un vino puede tener cierta acidez o dulzura (sin ser dulce), puede ser amplio, que domina la boca o simple, liviano. También levemente áspero o suave (aquí habla el tacto). Puede ser corto, cuando luego de tragarlo, casi no queda rastro de sabor… o largo cuando tenemos un rato el recuerdo del vino en la boca. Puede ser más fresco, liviano, alegre o intenso, vibrante, que requiere pensarlo y una buena compañía (quesos, rica comida). Y ahora, como se dice ¡¡"a las cosas"!! Y hablando de vinos buenos los hay para todas las ocasiones. Por ejemplo, cuando se quiere regalar algo muy importante, o auto-mimarse sin pensar en costos, un "Bressia Ultima Hoja"; o bajando precio ¡¡NO de categoría!! "Henry de Lagarde" o un Icono de "Luigi Bosca"; "Riglos Gran Cabernet Franc" y van a morir de placer. Pero vamos también para los diferentes momentos a saber. "Auténtico" de Colomé o Catena Zapata DV Malbec Single Vineyard, ambos vinos para la conversación, para beberlos lentamente, disfrutando. Para los domingos, los Santa Julia Magna y el Textual, de Familia Zuccardi. Y todas las noches, hace bien una copita de vino –como decía una vieja publicidad ¡no refiriéndose al vino por supuesto! "estimula y sienta bien". Suelo tener "de cabecera" algún Dante Robino Malbec y/o el Bonarda que están muy buenos. Con los Benegas nunca se van a equivocar. Para un asadito o comida familiar con mucha gente, un Santa Florentina Malbec Reserva de La Rioja o también de Dante Robino el Novecento de Mendoza. |