Hay Champaña o Champagne, pero ¿qué copa elijo?

Llegan las Fiestas de Fin de Año y los brindis y las burbujas. Y surge una pregunta… ¿Cuál es la copa correcta? ¿Quien o quienes y cuando diseñaron las copa para disfrutar del Rey de los Vinos? Sí, para esa bebida que el Abate Dom Perignon califico de "estrellas bebibles". 
 
Hay historias que como sucede entrelazan amores y sensualidad. Tomemos por ejemplo la Copa Pompadour (esa de boca ancha, que utilizaban en la casa de los padres y abuelos). Se cuenta que Madame Pompadour (1721 – 1764) era la amante de Louis XV y este rey enamorado, para halagarla, encargo la realización de una copa con la forma de su seno. Aunque algunos dijeron, para salvaguardar la seriedad del monarca, que era el seno de su esposa María Leszczyńska. Sin embargo otra versión cuenta que, en 1663 un artesano veneciano realizo, para el Duque de Buckingham otra copa para el mismo fin, que se llamó Tazza, pero de boca aún más ancha. 
 
Ambas copas tenían un problema, ya que las burbujas se escapaban rápidamente por su amplia boca y con ellas el sabor y el encanto. ¡Había que beber ligero! En el vino champagne o espumoso, la forma de la copa influye en el desprendimiento del gas dióxido de carbono y también el de los aromas.
 
Con esas copas solían hacerse torres, de mayor a menor, y servir en la cúspide el champagne que escurría cual catarata llenando las copas. ¡Ay que despilfarro de burbujas! Llegaron más modelos: unas copas alta y rectas (difíciles) y también siguió un diseño más sensato, la Copa Flauta. Alta, de curva ligera en el meridiano y boca mucho más cerrada. Ahora sí, retenían burbujas pero ¡ay! impedían disfrutar a pleno de los aromas del vino espumante.   
 
Los cristaleros seguían diseñando, como el famoso Riedel y sus cristales bellísimos y definidos para cada tipo de vino. Sin embargo algo le faltaba y los diseñadores aportaron la Copa Tulipa, parecida a la Flauta pero más ancha en el centro y algo cerrada en la boca. Esta copa es buena para conservar temperatura y los aromas.
 
Pero esta historia no termina aquí. A partir de los años 60 un rebelde cocinero llamado Gato Dumas, en una Expogourmandise (by Cuisine et Vin) apareció con un vaso, tipo whisky, con hielo y el mejor ¡champagne! ¡Sacrilegio! dijo la mayoría. Fue una rebeldía anticipatoria, como nos tenía acostumbrados.

Hace unos pocos años, Chandon promovió vasos anchos sin pie y con leve cerramiento y hoy se aconseja beber "las estrellas" en las copas anchas destinadas al vino blanco. En fin, eso sí debe ser de cristal fino y labio pulido para que el delicioso elixir dorado o rosado caiga neto en la boca.