Aún nos queda el Pineral

No descubro nada nuevo si digo que los alimentos, al igual que las ciudades sufren un proceso de gentrificación y que al igual que éstas, los alimentos que pasan por ese proceso dejan de ser consumidos por quienes solían hacerlo y pasan a formar parte de un grupo selecto. Básicamente aumentan de precio y se ponen de moda y eso los aleja de quienes lo consideraban parte de su patrón alimentario.  
 
En el NOA argentino ocurrió con la carne de llama, por ejemplo. Un alimento precolombino que hasta hace pocos años formaba parte de la dieta regular de los pobladores de la región. Pero turismo gourmet mediante, se convirtió en una carne de moda y por lo tanto sus costos se encarecieron, apuntando directamente o bien al turismo o bien a la exportación y dejando de lado a quienes lo consumían en forma cotidiana. Lo mismo podemos decir de las papas de la región; las papas locales, con mil colores y variedades son para turistas, los locales comen papas “abajeñas” (es decir producidas en Buenos Aires).
 
 
Con las bebidas ya vimos este proceso, se pone de moda el Aperol, vuelve el Martini, retorna la Hesperidina y se encarece el Amargo Obrero (¿es el Fernet una bebida transversal?, lo charlamos después del corte…). Frente al aumento del precio, movido por el marketing y sus efectos, sus consumidores usuales dejan de beberlos, cambian sus costumbres y esa bebida se transforma en la nueva moda. Hay una “recaída en la inmediatez”, como diría Hegel, es decir se borran las huellas de su génesis, ya nadie recuerda su pasado de clase obrera; el ejemplo arquetípico es el Amargo Obrero (que hasta en su nombre lleva la huella de su origen de clase). 
 
¡Pero aún nos queda el Pineral! Pineral siempre me sonó a una bebida de señores mayores que bebían los domingos al mediodía su aperitivo en el bar, antes de ir a almorzar a su casa. Ya siendo adulto la probé y me gustó, es una mezcla de Fernet con caramelo, de hecho es una bebida más dulce que la originaria de Italia. Yo lo bebo solo, aunque mucha gente lo corta con soda y tal vez limón. Tiene casi 30º de alcohol, por lo tanto hay que beberlo con respeto. Su etiqueta es inigualable, no tengo ni idea si será la original, pero tiene un estilo Art Nouveau, con guardas curvas y un diablito que debe ser la foto carnet del espíritu que vive dentro. 
 
Al parecer todo indica que el Pineral fue desarrollado en el país a mediados del siglo XIX por una firma denominada Hermanos Pini. Según cuentan tomaron la inspiración de otras bebidas (bitter) que ya existían en Europa. En su composición hay más de 30 hierbas, aunque en ningún lado pudimos averiguar de qué hierbas se trata. Hay rumores que en su receta se usa ajenjo (Artemisia absinthium), la famosa planta que servía de base para la bebida Absentia, que sirvió de inspiración para una enorme cantidad de bohemios y artistas al final del siglo XIX . Y también, hay que decirlo, desastres en su salud. Hasta tal punto causaba problemas que a comienzos del siglo XX se decretó su prohibición. Hoy vuelve a las canchas, al menos en algunos países.
 
Cada uno toma el Pineral como se le da la gana, a mi en lo particular me gusta solo, así como viene. Pero es un clásico cortarlo con soda, con un poco de limón, algunos le ponen gaseosa de pomelo (o jugo en el mejor de los casos). Yo lo bebo al tiempo, aunque hay gente a la que le gusta bien frío y le agregan algunos hielos. También se usa como base para hacer cocktails, mezclado con ron, con gin, con campari o con lo que quieran. Yo de cocktails no tengo ni idea, pero por lo que se dice en la web y por el sabor que tiene (de eso sí doy fé), se puede mezclar casi con cualquier bebida.
 
Si vamos a ser honestos, la realidad es que el Pineral, al igual que las otras bebidas mencionadas ya se puso de moda. Y es probable que notas como ésta que están leyendo, sólo logren posicionarlo más. La realidad es que, si te gusta el Pineral, poco importa quien lo beba, si los snobs de Recoleta o los obreros que toman el tren Roca. Lo único importante es que no suba de precio, así lo podemos seguir disfrutando.