Aunque es un tipo de vino para todo el año, parece que la primavera, soleada, fresca, invita a comidas más livianas, a tomar aperitivos, y a brindar por la vida. Los vinos rosados más famosos son elaborados en Francia, en la región de La Provenza. Muchas veces en nuestro país tuvieron mala prensa, porque se hacían mal y se los consideraba afeminados. Pero el prejuicio acabo y ¡hoy es la onda! y por suerte.
¿Y cómo se hacen? ¿Es una mezcla de tinto y blanco? ¡NO! Es un vino muy delicado. Y según los expertos, el más difícil de hacer. Y los hay desde el rosa muy pálido y el salmón hasta el rosa intenso. ¿Y cómo se logra? Partiendo de uvas tintas, aunque algunas veces también pueden ser mezcla de uva tinta y blanca, de un solo cepaje o más.
El tradicional proceso básico es el siguiente: luego de la cosecha las uvas se maceran. Es decir se dejan en contacto las pieles, semillas y jugo, en frio entre 6 y 12 horas, De esta manera el jugo o mosto (futuro vino) toma la tonalidad requerida. Esta tonalidad la decide el enólogo o winemaker. Es entonces cuando pasa al prensado y a la separación del jugo de los residuos sólidos. En el próximo paso el mosto escurrido con el rosado deseado es llevado a un tanque de acero inoxidable, para la fermentación alcohólica o sea cuando ese jugo se convertirá en vino. Después, en este caso de los rosados, se filtra para que estos delicados vinos queden límpidos y brillantes.
Generalmente tienen menor grado alcohólico, buena acidez natural y un dejo frutal. Hay otras formas, como el llamado VinGris, que da un vino muy pálido y se hace prensando suavemente la uva tinta y con poca maceración. Y el método de Sangrado, donde se prensa de inmediato las uvas tintas y eso nos deja más color y cuerpo al vino.
A la hora de servir deben estar fríos, entre 7 °C y 10 °C, para apreciar mejor sus aromas. El espumante rosado, ligero y fresco es perfecto para estos atardeceres primaverales.