{jcomments on} Esta frase fue el consejo de Juana Manuela Gorriti a sus amigas. Una reflexión que nació de su propia experiencia y de la lectura del consejo atribuido a Pierre de Bourdeille abad y señor de Brantôme, nacido en Périgord, hacia 1540, historiador y biógrafo francés, aventurero y galante. Juana Manuela, nacida en 1819, escritora salteña, inquieta, diferente a las mujeres de su época, transgresora y rebelde, a los 14 años, con su familia unitaria, debió partir al exilio y emigró a la culta ciudad de Sucre, Bolivia. En este caso, como pasa muchas veces, la política cambio su destino. Se enamoró de un joven capitán, Manuel Isidoro Belzú, con quien se casó, un caudillo militar de Bolivia que llegó a ser presidente del país (1848-1855). Juana acompañó a su esposo en sus avatares políticos, pero al mismo tiempo criaba sus hijos y escribía novelas, cuentos y narraciones. Y es justamente otra escritora argentina, Marta Mercader, quien ha investigado a fondo y cuenta su vida en una novela que recomendamos: "Juana Manuela, mucha mujer". Volviendo a nuestra historia, de tal modo estaba enfrascada en su actividad literaria que descuidaba una tarea fundamental en aquellas épocas: la cocina. Comentarios despectivos de su esposo, acerca de su inquietud literaria que significa holganza, que las mujeres refinadas eran perezosas, que su comida era pura bazofia, la impulsaron a rever el menú de su casa y acuñar aquella frase, que aconsejaba mantener "asido o atado" al marido por lazos gastronómicos. Pero como no podía con su ingenio, se le ocurrió pedir, más adelante en su vida para ponerlas en práctica, a sus amigas de Perú, Bolivia y de toda América, recetas originales que luego compaginó en un libro divertido y ameno: la "Cocina Ecléctica" (se consigue en una reedición con prologo nada menos que de Miguel Brascó). En lo literario algunas de sus muchas obras fueron "La Quena", (1848), "Sueños y realidades" (1875), "Don Dionisio Puch" (1869), "Panoramas de la vida" (1876), "Misceláneas" (1878), "La tierra natal", "Perfiles" (1892) y "Veladas literarias de Lima" (1892), Lo íntimo, la Biografía del General Martín de Güemes y una larga lista de nombres más. La política siempre mete la cola y como Juana Manuela pensó que debía seguir su destino, viaja con la familia, expatriados nuevamente, esta vez a Perú viviendo en Lima. Allí su inquietud y la necesidad de mantener a su familia la impulsa a fundar escuelas, enseñar y al mismo tiempo seguir escribiendo. También abre su salón para veladas literarias que se hacen famosas por la calidad cultural de los visitantes. Ella al ver que las cosas "no eran como antes" se separa de su marido por incompatibilidad de caracteres, escandaloso hecho para esos años. Escribió acerca de su matrimonio: "por evitar sinsabores y no querer más bronca no decía ni mu, de tanto callar lo que me importa contraje un raro mal que transformaba mi energía de vasca en virulencia de hidrófoba, insomnio, desmemoria, angustia…". Y prosigue en uno de sus escritos: "es tan hartante seguirle la corriente a un marido que en el término de media hora se comporta como un hombre con toda la barba y como un nene de teta". Hasta que dijo basta. Belzú no entiende, se enoja y se va para siempre. Tiempo después Belzú, se pone al frente de una revuelta y entra triunfante en La Paz siendo elegido Presidente de Bolivia en 1848. Reclama a sus hijas, que viajan a La Paz. Juana Manuela espera una palabra de cariño, de comprensión pero en la carta que le envía sólo la invita protocolarmente a vivir en el Palacio Presidencial. Y dice no. Envía a Mercedes y Edelmira "orque era mejor por las buenas que a punta de pistola". Pero el destino de este presidente que el pueblo llamaba "Tata Belzú" era trágico. Una revolución acaba con su vida, su cadáver fue ultrajado y abandonado en el primer piso del Palacio de Gobierno. Su esposa que estaba en La Paz, se presenta sola para reclamarlo y darle destino final. Los amigos la llaman y le piden que vuelva a Lima. Un año después en 1866 ocurre el Sitio de El Callao y la inquieta y generosa Juana Manuela se dedica a cuidar a los heridos de la contienda. Argentina la recibe nuevamente en 1880. A partir de entonces la vida de Juana Manuela transcurre entre Lima y Buenos Aires. ¡Una mujer con todas las letras! |