Historia de los cafés: De Constantinopla al Tortoni

Los primeros cafés, locales donde se consumen el café, se llamaron  “escuelas de sabiduría” y el pionero se instaló en Constantinopla en 1554.
 
Mucho café infusionado corrió por el mundo desde aquel entonces. Nacido en Abisinia, fue ensalzado y denostado. Llegó a Europa de la mano de los venecianos. En Europa el primer local de café se instaló en Marsella en 1671.
 
Le Procop se llamó el que comenzó la moda en París aproximadamente en la misma época. Muy pronto el lugar fue el punto se reunión de intelectuales y artistas, iniciando el camino y la onda que se trasmitiría, hasta nuestros locales porteños. Para 1754 París contaba con unos cincuenta y seis cafés y a fines del siglo XVIII con trescientos. La moda fue imparable y se transformó en costumbre. El café de la Pe, abrió en 1876 igual que El Opera.
 
Continuó la onda de aglutinar gente pensante y nacieron los Café-Literarios. En Buenos Aires nos encanta “bolichear” por los cafés, para leer el diario, charlar con amigos, escribir o armar clubes literarios o simplemente tomar además del cafecito, el cortado o la lagrima, algún aperitivo. Somos cafeteros, amigueros y arreglamos el mundo con el pocillo en mano. 
 
Hoy muchos de los primeros cafés ascendieron al rango de “Notable”, salvando de esa forma arquitectura, decoración y ambiente. La historia cuenta de esos primeros sitios del encuentro inevitable: La Amistad fue pionero en 1770. Los nombres que se recuerdan entre los primeros son el de Los Catalanes, en San Martín y Cangallo (el lugar lo conocí transformado ya en Librería Peuser), también en el centro, el de Marcos. Los que subsisten y vale la pena visitar son varios, aunque prima el Tortoni de Av. De Mayo, donde funciona la Academia del Tango y en cuyo subsuelo siempre se han realizado, peñas, sesiones de jazz, conferencias. El de la Victoria, remozado en la esquina de Hipólito Yrigoyen y Entre Ríos es muy concurrido ya que su lugar es clave… frente a Plaza Congreso. Los Angelitos de Rivadavia y Rincón, está aggiornado pero con onda y recordado y nombrado en un tango.
 
Sumaban a gente famosa, tanto políticos como escritores o periodistas otros como El Aguila, de Santa Fe y Callao, café y confitería ya desaparecida lamentablemente, que frecuentaba JL Borges, Miguel Brasco, Xul Solar. El hermoso Británico del Parque Lezama que todavía perdura. La Biela de Recoleta que comenzó llamándose “la biela fundida” reunía deportistas amantes de autos y motos. Hoy su público es variado y muchos turistas. Y los Notables más chicos y un poco más bohemios, como el de Cao, sobre Independencia y Matheu, el Poesía en San Telmo o el Margot de Boedo y San Ignacio. El Café, con su historia sigue vigente y es otra de las pasiones porteñas… que sobreviven, pese a los vaivenes políticos y económicos de este nuestro hermoso y bello país.