La uva argentina rumbo a la alta gama

Hasta no hace mucho, su producto, el vino, era dulzón y no muy bien visto. Pero como siempre sucede, así que pasan los años, fue tomada en serio y vinificada con el mayor cuidado como uva fina. Como se parece a una uva española llamada “Turruntés”, fue bautizada así, solo cambiando algunas vocales.
 
Y he aquí al Torrontés del 2000. En versiones realmente “vivificantes” (si se me permite este adjetivo). Como la de Zuccardi Serie A, refrescante, con aromas a frutas –naranja, pera y maracuyá- (sus uvas provienen del NOA) o la que elabora Susana Balbo en Valle de Uco, el Signature Barrel Fermented Torrontés, (ambos secos y delicadamente aromáticos).
 
Es la “uva argentina” nacida de una cruza entre la Moscatel de Alejandría y la Criolla Chica (o sea la Misión o Listán Prieto en España), que llegó a estas tierras mendocina, (primero), hace unos trescientos años. El caso es que fueron, al parecer, los jesuitas los que introdujeron el cultivo del Moscatel de Alejandría en la viña del Colegio de Nuestra Señora del Buen Viaje durante casi todo el siglo XVIII y allí se engendró la Torrontés. Pero no se quedó quieta, porque viajó al NOA, hacia La Rioja y las cumbres altas de Salta.
 
Viajera, acriollada, hoy por suerte tenemos al Torrontés Riojano (aunque nacido en Mendoza), el Sanjuanino y obviamente el Mendocino. Siempre descendiente de la Moscatel de Alejandría y la Criolla pero con diferentes trazos genéticos. Cruzamientos difíciles de rastrear. Aunque se lo vió en sus inicios también por el Perú. 
 
En Cafayate (Salta), a más de 1650 metros de altura su vino es de un color amarillo verdoso brillante, límpido; aromas a rosas, con leve fragancia de naranja y durazno, fuerte ananá y leve miel; a la boca resaltan los sabores a frutas, moscatel, durazno blanco; es equilibrado y seco.
 
En Mendoza, hay diferencias según sea en faldeos de montaña o el llano. En el pedemonte, da un vino de color amarillo con reflejos dorados brillantes; a la nariz surgen aromas delicados de té de manzanilla, rosas -muy fuerte- y aroma a frutas ácidas, intenso, y al final un leve aroma dulce; a la boca llegan pinceladas de miel. En el llano la Torrontés tiene deliciosos y vigorosos aromas frutales, especialmente a mandarina y ananá.
 
El caso es que es la “Uva Blanca Argentina” por la importancia y calidad de su producción, aunque se desarrolla también en menor escala en el norte de Chile y Bolivia.
 
Las versiones más conocidas son las que nacen en Salta. Sin embargo hoy los vinos de Torrontés de Valle de Uco, compiten en calidad, con aromas sabrosos. Y están yendo hacia la alta gama. Entre los elaborados como dulces naturales destacamos la línea Capriccio, de Dante Robino, en dos versiones: el vino tranquilo y el espumoso… ligero, suavemente dulce y vivaz.
 
En fin, va muy bien un frío Torrontés antes, durante o después de comer, en estas fiestas. Ud elige.